¿Qué es lo peor que me puede pasar estas
semanas, aparte de ver como la selección sigue sin ganar una copa?
Trabajar en un shopping en vacaciones de
invierno.
Bueno, para ser sincero, no es lo peor
peor. Pero como se acerca…
Es que aparte de la evacuación de dudas
diarias, apuros innecesarios (al fin y al cabo es un centro comercial, ¿no se
supone que es para disfrutar el momento?), la búsqueda frustrante de
promociones y descuentos, se suman los chicos. Criaturas no fáciles de satisfacer
y mucho menos de controlar.
Es más, en varias ocasiones veo como los
locales se convierten en una suerte de guardería. Los progenitores liberan las
pequeñas bestias y pretenden que éstos se comporten como señoritos ingleses. O
lo que es peor, que los laburantes oficiemos de niñeros improvisados: ¿no me lo
mirás un segundito? Voy a ver Piratas 4 y vuelvo. Daaaleee, si es un ratitooo.
Yo recuerdo el entusiasmo y la
expectativa que generaron en la población estos monstruos comerciales en la
década de los ’90.
Pero como en todo cambio, se produjeron
consecuencias.
Que son más cómodos, eso lo entiendo. Son
más fashion (o top), también lo comprendo. Pero también son impersonales,
antisociales (los desafío a que observen la proporción de personas que saluda,
y las que estando en su mundo preguntan cualquier cosa, en cualquier tono, sin
siquiera un “hola, buenos días”), y además fueron la sentencia de muerte de los
espacios públicos de recreación: las plazas, los potreros, la esquina…
El consumo nos consume. Y entonces ya
nunca más fuimos compradores, empezamos a ser depredadores comerciales.

Entonces creo que estamos en la persecución
del dinero, la que no nos lleva a otra meta que seguir generando más dinero…
para los que lo manejan, nunca para nosotros.
Finalmente llegó la exclusión: “si no lo
tenés, no existís”.
Quisiera ser claro, no tengo nada contra
la adquisición de productos. Y si esto genera un bienestar económico para
muchos, mejor. Lo que me ocupa son las insaciables demandas que tenemos los
humanos…
En fin, serán dos largas semanas de
consumo. Dos largas semanas de consumo desmedido.
Como depredadores, que pareciera ser lo
que somos…