La Fanciulla en El Exprimidor con Ari Paluch

martes, 20 de septiembre de 2011

To be or not to be




La famosa frase de Shakespeare (en su obra: Hamlet) significa, como todos sabemos, ser o no ser. Sin embargo el verbo “to be” en inglés significa ser y estar. 


Hoy vamos a hablar de “estar o no estar”, no de “ser o no ser”. 


Ayer como a las 8 de la noche fui a un supermercadito a hacer una comprita de último momento y pasé por un bar que hay al lado donde había una mamá y una nena de unos 7 años sentadas en una mesa afuera. Claramente los 20° de la tarde habían descendido notablemente, no estaba para comer afuera. Noté que mientras la nenita comía unas papas fritas con huevos fritos a caballo la mamá fumaba y hablaba por teléfono. Ahí entendí el porque de la mesa afuera. 


Evidentemente no era que la había llevado a hacer “un programa” sino más bien: le doy de comer temprano, cuando me voy para casa tal vez se duerme en el auto y listo tachame la doble. 

Sin ánimo de criticar a la señora, más bien la uso solamente a modo de ejemplo de cómo uno puede estar en un lugar en determinada situación pero en realidad no estar, y obviamente que me reconozco en esa actitud. 

Seguramente todos nosotros alguna vez lo hicimos. 

En particular con los chicos, porque a veces estamos cansados, con la cabeza en mil cosas y cuesta conectar con el lenguaje infantil, con la demanda o el juego. 

Ahí es dónde cobra valor el tema de “con los chicos más vale calidad que cantidad”, que, si bien a veces suena a excusa, creo que es una gran verdad. 

Yo me acuerdo que cuando los chicos eran chiquitos yo llegaba y ellos se me venían al humo, querían que les de bola y jugar conmigo, entonces yo me iba al cuarto les sacaba todos los juguetes y me sentaba a hablar por teléfono o a escribir. Eso no es estar. 

Y, paradójicamente, cuanto menos bola les daba más fastidiosos ellos se ponían y se me subían arriba y gritaban, con lo cual yo no podía ni hablar por teléfono, ni escribir, ni tampoco jugaba con ellos. O sea no hacía nada bien. 

Con los años fui aprendiendo que debemos estar presentes en cada cosa que hacemos. 

Pero en particular con nuestros hijos. 

No tratemos de “zafar”. Destinemos cierta cantidad de tiempo, no importa si es mucho o poco, pero ese tiempo ESTEMOS en serio. Juguemos, hablemos, escuchemos, hagamos la tarea, sentémonos en la mesa a comer y a hablar con ellos o veamos una peli con ellos. 

Ellos lo van a notar y rápidamente se van a quedar “saciados” de nosotros. Y nosotros no nos estaremos perdiendo una etapa que, créanme, pasa volando.

Mariana Marotta