La Fanciulla en El Exprimidor con Ari Paluch

martes, 21 de junio de 2011

Uy… ¿y mañana que como?


Termina el día y todo vuelve a empezar.

Por la mañana suena Marley (Bob) en mi celular. Arranca otro día –bostezo-.

Son casi las diez y en aproximadamente en una hora tengo que resolver las siguientes actividades:

  • Sacar a pasear y darle de comer al can. (15 min)
  • Ordenar (que no es limpiar) un poco el desastre que quedó del día anterior en el ranchito. (10 min)
  • Pegarme un “cacerolazo”: que es como un baño tradicional, pero como para la empresa distribuidora de gas no estaban las medidas de seguridad en regla, sin opción alguna, en mi edificio estamos sin el servicio desde hace un mes. (otros 15 min, incluyendo calentar el agua en un calentador para camping)
  • Desayunar. O sea abrir un yogur bebible o tomar un mate cocido, el cuál puede ser posible gracias a separar un poco de agua que acabo de calentar. (lo que resta de tiempo)

Entonces salgo lo más campante en busca del bondi que me lleve al laburo y es ahí (casi siempre) cuando siento el “tironcito” de tripas que me lleva a pensar indefectiblemente en el almuerzo.

Para un tipo como yo que pisa la cocina sólo para abrir la heladera (llena de líquidos embasados y algún chocolate) es un gran inconveniente. ¡Qué manía tenemos los humanos de comer todos los días!

En fin, resolver el morfi no es tarea sencilla desde que no está la magia del tapper materno.

Claro que puedo optar por la más fácil: sentarme en cualquier lugar y comprar comida hecha. Pero ya me pudrieron el paladar las 4 ó 5 alternativas que ofrecen esos lugares, además de dejar medio salario en la panza. Y otra cosa, ¿de qué es la salsa de tomate? La encuentro cada vez más con gusto a nada.

Hago cuentas: de 10 a 11 am, ya les conté. De 12 a 21 estoy laburando (con una hora de descanso, claro). A las 22 de nuevo en casa. ¿Da para ir al chino?

Ponele que voy. Ahora son las 23 y recién piso mi casa. ¿Recuerdan que tengo perro? Ok, de nuevo a pasear y a darle de comer. Con mucho viento a favor 23.30 estoy libre. ¿Da para cocinar? ¿SIN GAS?

Apenas me resta un poco de energía para resolver la cena, hacer otras tareas que están por fuera de mi laburo, 2 pavadas más e ir a la cama con un pensamiento que se repite noche tras noche.

¡UY! ¿y mañana que como? Entonces termina el día y todo vuelve a empezar…


Hernán Hualpa.

martes, 14 de junio de 2011

Un año de cambio


Hace poco fue mi cumpleaños. Cumplí 25, un cuarto de siglo. El número me movilizó, me hizo pensar bastante. Ya estoy más adulta, más cerca de los treinta que de los veinte y me encontré con muchas cosas inconclusas en mi vida. El día lo arranqué diciéndole a mi mamá “Disfrutame este año porque a los 26 me voy de casa”, una guchada ¿no?

Pero bueno, no fue de mala sino de querer focalizar mis objetivos para poder ir cumpliéndolos. Me parece que todos tenemos que hacer un “click” en un momento de nuestra vida, decidir que hay que cambiar el rumbo de algunas cosas y asentarse en algunos aspectos de la cotidianidad. A mi me llegó en este momento.

A los 25 estoy pensando en como quiero encaminarme, tomando todas las cosas y personas que me hacen bien, aspirando con mucho positivismo los cambios laborales y proyectando una familia que (si Dios quiere) vendrá junto con todas estas concreciones.

Para mi modo de ver, la realidad es bastante chocante como para soñar y cumplir de manera inmediata los deseos, por eso, es cuestión de focalizar, armar una lista de prioridades (de las más accesibles a las más difíciles) para ir avanzando con pasos pequeños pero firmes y concretos.

Siempre hay que creer en uno mismo, tener la confianza de que lo que proyectamos se va a cumplir, que todo lo podemos hacer posible, porque si lo hacemos con convicción y muchas ganas lo vamos a lograr.

Mi año de cambio ya empezó. Con el amor de mi familia y del hombre más maravilloso que conocí, mis objetivos están fijados y voy en busca de ellos. Mi fuerza interior y la de mis seres queridos que es más grande que una manada de elefantes me va a llevar a mi felicidad absoluta. De eso no tengo dudas.