La Fanciulla en El Exprimidor con Ari Paluch

jueves, 21 de julio de 2011

¿Consumo o depredación?



¿Qué es lo peor que me puede pasar estas semanas, aparte de ver como la selección sigue sin ganar una copa?

Trabajar en un shopping en vacaciones de invierno.

Bueno, para ser sincero, no es lo peor peor. Pero como se acerca…

Es que aparte de la evacuación de dudas diarias, apuros innecesarios (al fin y al cabo es un centro comercial, ¿no se supone que es para disfrutar el momento?), la búsqueda frustrante de promociones y descuentos, se suman los chicos. Criaturas no fáciles de satisfacer y mucho menos de controlar.

Es más, en varias ocasiones veo como los locales se convierten en una suerte de guardería. Los progenitores liberan las pequeñas bestias y pretenden que éstos se comporten como señoritos ingleses. O lo que es peor, que los laburantes oficiemos de niñeros improvisados: ¿no me lo mirás un segundito? Voy a ver Piratas 4 y vuelvo. Daaaleee, si es un ratitooo.

Yo recuerdo el entusiasmo y la expectativa que generaron en la población estos monstruos comerciales en la década de los ’90.

Pero como en todo cambio, se produjeron consecuencias.

Que son más cómodos, eso lo entiendo. Son más fashion (o top), también lo comprendo. Pero también son impersonales, antisociales (los desafío a que observen la proporción de personas que saluda, y las que estando en su mundo preguntan cualquier cosa, en cualquier tono, sin siquiera un “hola, buenos días”), y además fueron la sentencia de muerte de los espacios públicos de recreación: las plazas, los potreros, la esquina…

El consumo nos consume. Y entonces ya nunca más fuimos compradores, empezamos a ser depredadores comerciales.

Depredadores porque el eslabón de consumo, indefectiblemente genera una gran cadena de necesidad de búsqueda de recursos naturales, de materia prima. Depredamos más rápido de lo que se reconstituye la tierra que los genera. Pero ojo, creer que podemos ganarle la carrera a la naturaleza es propio de humano, o sea no entender las consecuencias que esto genera, o lo que es peor, comprender lo que significa y sentirnos omnipotentes: “me chupa un huevo”, proclamamos…

Entonces creo que estamos en la persecución del dinero, la que no nos lleva a otra meta que seguir generando más dinero… para los que lo manejan, nunca para nosotros.

Finalmente llegó la exclusión: “si no lo tenés, no existís”.

Quisiera ser claro, no tengo nada contra la adquisición de productos. Y si esto genera un bienestar económico para muchos, mejor. Lo que me ocupa son las insaciables demandas que tenemos los humanos…

En fin, serán dos largas semanas de consumo. Dos largas semanas de consumo desmedido.

Como depredadores, que pareciera ser lo que somos…


Hernán Hualpa

jueves, 7 de julio de 2011

¡Lo primero es la familia!



Frase trillada si las hay, pero ¿es siempre así? o ¿es así para hombres y mujeres por igual?

Creo que hombres y mujeres nos comportamos distinto y a destiempo también en este aspecto.

Cuando comenzamos una relación medianamente seria y somos jóvenes al hombre solo le importa una cosa, sí eso mismo: el sexo. Mientras que a la mujer le importa eso, pero también evalúa a ese hombre como un potencial marido y padre de sus hijos.

Es decir el hombre está pensando en la pareja, en su compañera y ella en formar una familia.

Después hay un período, el de los hijos chicos, dónde los padres se visten de expendedores de servicios, en el cual la pareja queda un tanto relegada para ambos.

Ahora bien, cuándo la familia ya está constituida y sólida, a la mujer empieza a importarle de nuevo mucho la pareja y para el hombre su prioridad es la familia, sostenerla emocional y sobretodo económicamente, por eso hay momentos en que no nos entendemos.

Vos le reclamás tiempo para los dos y él te dice “acaso no tienen todo lo que quieren?”, vos le pedís que te mire y él te dice “trabajo como un burro por ustedes”, vos querés que él te invite a una salida hot y él te dice “mi amor nosotros somos socios”.

Pero esto no termina aquí, más de una amiga mía se ha enganchado con tipos casados y por más de que esté muerto de amor o diga que lo está, saben que? El tipo no se va de su casa, NO SE VA, sépanlo chicas. Él puede picotear afuera pero su mujer es su mujer y su familia es su familia y está por encima de la mejor amante.

En cambio la mujer cuando siente que con su pareja no hay más onda, no se conforma con un socio. La mujer es capaz de terminar con su marido y padre de sus hijos aunque no tenga otro. Cuándo la mujer se harta se acabó, como dice Dátola, el tipo amenaza 100 veces y nunca se va, la mina intenta hablar, te lleva a terapia de pareja y si no recupera la pasión y  el romance FIN, SE ACABÓ, C’EST FINI, É FINITO, haga lo que haga el hombre, diga lo que diga y aunque tengan 28 hijos en común.

Y esto tiene, a mi criterio, una razón bien simple: el hombre sabe que si se separa pierde la familia, al menos cotidianeidad con ella, termina solo en un departamento, viendo a sus hijos 2 veces por semana, algo no del todo justo. En cambio la mujer no.

Mariana Marotta