La Fanciulla en El Exprimidor con Ari Paluch

viernes, 31 de diciembre de 2010

¿Fin de año o fin del mundo?


A veces da la sensación que más que a fin de año se está llegando al fin del mundo. 

Uno siente que antes del 31 de diciembre tiene que dejar todo liquidado: cuentas pagas, trabajos cumplidos, casas ordenadas, placares limpios y ordenados (habiendo sacado lo de la temporada pasada que no va más), las matrículas del año que viene pagas, los uniformes y los útiles comprados, el auto arreglado, deudas saldadas, el registro y el pasaporte renovado, situaciones sentimentales definidas y amigos saludados. 

Y cómo si todo esto fuera poco, las fiestas, la parentela y los regalos. 

Yo suelo decir que diciembre es viernes, enero sábado y febrero domingo porque, obvio, marzo arranca todo de nuevo y es re-lunes. 

Y del mismo modo que el viernes queremos hacer todo y terminar todo lo que no hicimos en la semana para a la noche poder salir y relajarnos, disfrutar el sábado, para el domingo prepararnos nuevamente para el lunes, en diciembre queremos dejar resuelto todo lo que no hicimos en los anteriores 11 meses del año para poder disfrutar las fiestas, irnos de vacaciones, si podemos, en enero y en febrero empezar a armar el año que, como todos sabemos, arranca en marzo. 

Por eso los viernes suelen ser un caos de tránsito y de todo, y diciembre es un caos general todo el mes. 

No hay obligación de cerrar, ordenar y pagar todo antes de navidad o del 31. La realidad es que diciembre no es viernes y que en enero los bancos laburan y mucha gente también, entonces se pueden seguir pagando cosas, haciendo trámites, ordenando situaciones personales y visitando amigos. 

El otro día leí una nota dónde un psiquiatra decía que en diciembre hay algo que tiene que ver con la idea del final. El fin de año nos acerca de alguna manera a la representación de la muerte o de algo que termina. 

Eso genera, en algunos, una reacción un poco maníaca, eufórica y algo angustiante, que se nos pasa en enero cuando sentimos que tenemos todo el año por delante. Está muy claro “el comienzo” y “el final”. 

Y por último, todos los mensajes, mails y tarjetas que recibimos nos desean paz para las fiestas y esto se transforma en una búsqueda continua y difícil de alcanzar. De esta manera en algún punto esta exigencia se torna tan grande que es precisamente la que nos quita esa paz tan ansiada. 

Fue un placer compartir este blog con ustedes: con quienes lo escribo por supuesto, y con quienes lo leen. 

¡Gracias y Felíz Año Nuevo para todos! 


Mariana Marotta
¡FELICES FIESTAS! 


A mediados de noviembre de todos los años veo como la decoración navideña se empieza a apoderar de los negocios, la televisión y de a poquito de nuestras vidas. A mi particularmente esto me genera un poco de angustia. Las fiestas en general te recuerda que el año está terminando, que empiezan los días de balance, de perdón y de unión entre otras cosas. Todo esto genera un stress importante pero es inevitable, hay que pasarlo, pero después termina siendo todo lindo. 

La Navidad es el nacimiento de Jesús, lo que hace que sea una ocasión hermosa porque donde hay un nacimiento hay una familia y no hay nada más hermoso que la familia. Pero también lo cierto es que la familia trae sus complicaciones en este tipo de reuniones: que si unos están peleados con los otros, que quién trae la gaseosa y quién el pan dulce, que el pollo de la tía siempre sale quemado y que estoy cansada de siempre comer vitel toné. 

No sé cómo se hace pero no recuerdo haber pasado una Navidad mal, a pesar de todos los conflictos pre fiestas. Es como si el niño Jesús se apoderara de todo y a las 12 el amor y la buena onda es lo único que se siente mientras las copas se chocan. 

Los regalos son otras de las excusas para que el buen clima se mantenga. No importa si somos grandes o chicos, los regalos llenan el corazón y es una de las tradiciones navideñas que no tendríamos que perder nunca. 

Con una semana de recuperación de por medio aparece el fin de año. Acá el clima cambia un poco porque pegadito tenemos las vacaciones, el calor y la playa. Este es un festejo más estilo fiesta porque en realidad no despedimos un año sino que recibimos con la mejor onda posible el nuevo que está llegando. 

Yo creo mucho en la energía de las personas y la ley de atracción, por eso me parece fundamental empezar algo tan importante, como es un año más de vida, con gente que te quiere bien, con buena onda y festejar mucho, empezar sonriendo, riendo, bailando y con mucha diversión. 

Más allá de lo establecido mi teoría de las fiestas, ya hace un tiempito, es que hay que hacer lo que uno quiera, hacer los balances si es necesario pero no incluir las culpas en el medio, seguir proyectando objetivos, agradecer lo que tenemos, lo que conseguimos y lo que nos vino de arriba, celebrar el amor, la amistad y la familia que es lo más importante y lo que nos llena como personas. 

Hoy, dejando atrás el 2010 quiero agradecer por mis logros profesionales, por las nuevas amistades que formé, por haber encontrado el amor verdadero y por tener la mejor familia del mundo, cariñosa y contenedora. 

Por supuesto que no puedo dejar de lado este hermoso espacio que formamos con Mariana y Hernán que permitió mostrar lo que hago y expresarme tal cual soy. Desde ya muchísimas gracias a todos los que nos siguieron, nos leyeron y nos nutrieron con sus críticas. 

¡Muy felices fiestas y un excelente comienzo de año! 


Guadalupe Kochdilian.
MELANCOLÍA Y EUFORIA


En estos 12 meses he vividos algunos momentos melancólicos, pero lo que siento en los últimos días de diciembre siempre es diferente. Y eso que llevo casi 35 brindis de fin de año.

La sensación casi siempre arranca cuando brillan las primeras luces de navidad y dura hasta mi cumpleaños, los primeros días de enero.

La mejor manera de poder explicarles lo que me pasa es que piensen en una receta de cocina. Una mezcla de emociones y pensamientos, que se amalgaman como en una maza, que sumado al calor y a los banquetes familiares me genera una verdadera sensación de “final”. De ahí la melancolía.

De lo que no hice, de lo que hice y de lo que dejé de hacer.

Caigo en un claro lugar común: hago balances. De todo.

Pienso en lo que empieza y eso me genera un poco de alivio. Porque para mí, el 1 de enero, es literalmente como abrir un regalo. Todo nuevo… Los colores, sonidos, el olor y por sobre todo la expectativa de empezar a usarlo ¡ya!

Pero también son días con una intensidad especial.

Es como cuando me tiro a una pileta. El espacio entre que despego del piso y tomo contacto con el agua. Euforia pura. Me transformo en un adolescente en busca de límites por unos días. Mi pequeño viaje de egresados anual. Todo se potencia. Salgo más, gasto más, tomo más, me junto más con amigos, estoy mucho más en contacto con mi familia. Insisto, siento por unos días que llega “el final”.

Como con este hermoso proyecto que llamamos siglo XXI cualquiera. Este es el fin del 2010.

Gracias a ustedes por habernos visitado, leído y opinado. Y gracias a mis dos hermosas compañeras de ruta bloggera, por darme la oportunidad de expresarme, por aprender algo nuevo, por compartir ideas (que es maravilloso y se los aconsejo) y por ser tan profesionales.

Pero ojo que este viaje no termina acá. Seguimos y por supuesto, renovados.

Por último, de verdad creo que los deseos, si uno los pide con mucha intensidad e insistencia, se cumplen. Por eso mi deseo para este fin de año es: pidan sin miedo… ¡y en grande!

¡FELIZ 2011!


Hernán Hualpa

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Metal vital y movil



Se está terminando el año y yo recién arranco. ¡Claro! Es que laboralmente no fue, digamos, mi mejor año. 



Y como es lógico si no hay trabajo, no hay guita. 

Dinero, dinero, dinero, ¡dineeerooo!, que todos ya sabemos que no hace la felicidad, pero te ofrece una autopista para llegar más rápido a algunos destinos que te acercan a ella. Me cuesta reconocer esto, pero así están repartidas las cartas. Sería necio de mi parte no aceptar las reglas impuestas; perversas, pero reglas al fin. 

Ahora veamos qué pasa cuando interactúan corazón y bolsillo. ¿Serán compatibles? Bueno, he aquí algunos ejemplos, para poder sacar juntos algunas conclusiones. 


Están las mujeres que: 


· Aman a su pareja con y sin plata. Son las que se arreglan con el menor presupuesto cuando no hay un cobre y a todo le ponen mucha onda, incluso al arroz con manteca. 

· Aman a su pareja, pero con pretensiones. Son atentas y simpáticas. Su humor está directamente relacionado al status y confort al que puedan acceder. 

· Aman la billetera de su pareja. Sólo se sienten cómodas y seguras cuando compraron o adquirieron todo lo que vean en las vidrieras y en la tele. Tienen la costumbre de hacer la tarea amatoria pensando en la recompensa. No reflexionan mucho sobre lo que tienen que hacer para lograr su cometido. Muy pocas veces se sientes comprendidas y lo hacen saber. 

· Aman la plata. No hay mucho desarrollo en este punto. Si no tenés toda la torta, no hay chances. 


Y están los hombres que: 

· Son bohemios, o sea no piensan en el vil metal. Son sensibles, creativos y... no tienen un mango. Cuenta la leyenda que son grandes amantes. 

· Piensan en ganar dinero para complacer a su pareja. Se desviven por satisfacer todas las necesidades que le plantee directa o indirectamente. Son serviciales y ostentan buen humor. Para ellos todo tiene precio. 

· Piensan en ganar dinero para someter a su pareja. La decisión de pareja en todos los sentidos pasa por ellos. Son impunes en privado y algunas veces en público. Especulan toda posibilidad que les convenga. Son grandes negociadores y si la situación lo amerita empeñan hasta a sus viejas. 

· Viven de las parejas. Un verdadero ejemplo de vagancia. Se perfuman (objetos que obtienen por “canje” de servicios) y están al acecho de casadas o solteras con mucha pasta para agarrarse de ellas. Son deliciosos acompañantes, pero es raro que se queden quietos y asienten cabeza. 


Existen más ejemplos que no fueron retratados, pero en general son muchos los que creen que más guita es igual a mejor vida y éxito personal. Mientras más tienen mejores humanos son. 

Yo creo que lo que uno obtiene materialmente hablando, hay que disfrutarlo en uno y con las personas que amamos o ayudando. Y si nuestros ingresos lo permiten, ahorrar para proyectar un mejor futuro.

Eso sí, disfrutemos al conseguirla, si ya sabemos que: difícil viene y fácil se va… 


Hernán Hualpa

domingo, 19 de diciembre de 2010

JUNTOS A LA PAR 


“Cuentas claras, mantienen la amistad” dice el dicho. Por un lado es bastante sabio, pero por el otro, si lo analizamos más profundamente ¿Por qué una amistad se puede romper por dinero? Cuando hablamos de amistad hablamos de un vínculo estrecho, de fraternidad y, a veces hasta de hermandad, ¿cómo es posible que se quiebre por algo tan frívolo como el dinero? 

Si es posible disolver una unión de estas características ¿qué nos queda con la pareja? La pareja tendría que ser una de las relaciones humanas más “humanas”, justamente. Cuando estás en pareja te entregás a tu compañero, se complementan y se acompañan pero la realidad demuestra que son muchas las veces que las cosas no terminan bien y unas cuantas son por este tema. 

¿Se puede elegir novio por lo que tiene, por su cuenta bancaria o su billetera abultada? Sé que hay bastantes ejemplos para citar en los que se dan estas situaciones pero claramente no estamos hablando de amor, eso no es amor, así que ni siquiera lo tengo en cuenta. 

Otra de las cosas que se me vienen a la cabeza cuando reflexiono acerca de este tema es que en muchas ocasiones, en una pareja, consciente o inconscientemente se genera una competencia de quién tiene más o menos, quién gana más y quién gana menos y con esto surgen los reproches y las discusiones. 

Si el hombre es el afortunado que tiene un buen sueldo lo más seguro es que tenga más gastos y por lo tanto el que, más tarde, salga quejándose de todo lo que gasta y echando en cara sus “ofrendas”. 

De sólo pensarlo me da escalofríos. Es verdad lo que dicen Los Auténticos Decadentes en una de sus canciones: “El dinero no es todo, pero cómo ayuda”; pero tampoco para que toda nuestra vida gire en torno a ello. No podemos dejar que algo tan frío como la plata se mezcle y se involucre con las cuestiones del corazón. 

La pareja, el noviazgo o el matrimonio son los estados más lindos en los que se pueden encontrar las personas. Puede haber altibajos, por supuesto, y desde ya que van a existir. Es más, es lo que ayuda a crecer, otra famosa frase es “Crisis = Oportunidad” y no tengo ninguna duda de ello. Encontrar la persona que te completa, que te complementa y que te ama es lo más maravilloso del mundo y ese sentimiento no se puede opacar por nada material. 

Tener más o menos es lo mismo, lo importante es tener confianza, admiración y amor por la persona que “elegiste” para que te acompañe en este camino llamado vida y no que vayan a desnivel con reproches, soberbia o un alto ego, sino juntos a la par.


Guadalupe Kochdilian
EL DINERO EN LA PAREJA DEL SIGLO XXI 


Una de las diferencias en “parejas desparejas” es el dinero, más allá de que uno tenga o gane más plata que el otro, desde el primer encuentro hasta la convivencia el manejo del dinero puede provocar malos entendidos y generar conflictos. 

La respuesta a la pregunta “quién paga?” ya no es una sola como era en la época de nuestras madres o abuelas. 

Hoy hay mujeres que prefieren el hombre tradicional y sostén del hogar y la que le ponen el hombro a gran parte de los gastos. 

Todavía cuando un hombre invita a salir a una chica y no hay demasiada confianza, las mujeres dudamos si hacer un ademán de buscar la billetera, si hacerse la tonta por completo o directamente preguntar: ¿cuánto es? 

Yo creo que en la primera salida un hombre al que le interesás o que está buscando pareja debería pagar, fin. Con el tiempo, en las sucesivas citas puede alternarse el rol de pagador o se puede compartir la cuenta. 

Si planeás irte a vivir con él es importante que hablen de cómo dividir los gastos: la más simple es poner los ingresos de ambos en un lugar común y de ahí ir sacando. También se pueden dividir los gastos proporcionalmente a los ingresos de cada uno. Otra opción es pagar a medias todos los gastos fijos y que cada uno ahorre o gaste a piacere lo que le queda del sueldo. 

Entre las parejas más jóvenes pasa a menudo que uno de los integrantes de la pareja se sacrifica por el bien común y se hace cargo de los gastos mientras el otro hace un master o escribe un libro, si cada uno asume sus responsabilidades, se habla claro y se establece un período determinado creo que es totalmente legítimo. 

Por último me parece que es bueno tener clara la actitud del otro: si cuando hay comparte, cuando no hay puedo poner más yo. 

Y otra cosa importante es no ocultar: todavía hay hombres que le ocultan sus negocios o la cantidad de dinero en sus cuentas bancarias a su mujer, o mujeres que le usan las tarjetas de crédito a su marido a escondidas o le ocultan el par de botas que se compraron con la plata que era para el supermercado. 

Como en todos los temas de la pareja mentir no suma y en definitiva el dinero no debería ser un tema sino un medio para lograr las cosas que ambos quieren y en definitiva para lograr el bienestar y la felicidad común. Aunque frecuentemente no es así.


Mariana Marotta

jueves, 9 de diciembre de 2010

Acá mando yo


De vez en cuando está bueno calzarse los zapatos del otro. Es un ejercicio que si uno lo entrena habitualmente puede ser una herramienta que resuelva algunas situaciones. 

Por favor no lo interpreten literalmente. Lo que quiero decir es que veamos (o tratatemos al menos) con los ojos de otro. Y como hoy nos convocan los jefes, hablemos de ellos entonces. 

Los hay de todo tipo. Los callados (o reservados), los charlatanes (y chantas), los que no dan explicaciones para lo que hacen, los que no les importa nada (ni su mamá, asique imaginate la parte que te toca como empleado), los que se las saben todas (y uno siempre hace todo mal), los malintencionados (ojalá no sea tu caso), los que te adoptan como un hijo, los cariñosos (por no decir toquetones), los despelotados, los malhumorados y muchos más. Pero hay una cualidad que los unifica a todos: nunca elogiarán tu esfuerzo (si conocen alguno que lo haga, ¡AVISEN!). 

Ok, ahora seamos “jefes” por un rato para poder entender la mecánica del puesto: 

Hagamos sentir el rigor: nunca deleguemos trabajos pesados a la mañana. Hagámoslo preferentemente entre 5 - 5 y media de la tarde. ¿Horas extras? No, eso ya fue, ahora no se usa más. 

  • Demostremos presencia: espiemos sobre los hombros de nuestros empleados para supervisar el trabajo y quedémos parados allí hasta que tengamos ganas de ir a comer algo o suene el teléfono. 
  • Ser jefe no significa ser compañero: si las manos de algún empleado están llenas de papeles, cajas, libros, etc., ¡no lo ayudemos!, en todo caso, si surgiera alguna lesión, para eso se paga la ART. 
  • Mantengamos la distancia: nunca presentemos a la gente con la que hacemos negocios. No les tendría por qué interesarles. En la cadena alimenticia de la empresa nosotros somos tiburones y ellos sólo son el "Plancton". 
  • Califiquemos mal: si no nos satisface el trabajo de un empleado, hagámoselo saber a todo el mundo, pero nunca al involucrado. Podría herir sus sentimientos. Califiquemos su actuación como mediocre así al momento del aumento podremos basarnos en esas evaluaciones. 
  • Califiquemos bien: si el trabajo de otro empleado es superlativo, mantengámoslo en secreto. Si se sabe, podría ser causa de un ascenso. Además, si no lo mencionamos, se seguirá esforzando para que llegue. 

En fin, ahora que nos sacamos los anteojos de jefe, vemos de nuevo el llano. Pero a no desanimarse que la vida nos llevará a dónde queramos estar si así lo deseamos. 

Eso sí… Si llega ese momento de sentarse en “nuestra oficina” recordemos siempre de dónde venimos, o al menos, utilicemos un poco de sentido común, materia que habría que incluir en cualquier manual ilustrado del buen líder. 


Hernán Hualpa
LAS JEFAS 


El otro día surgió charlando con amigas el tema compañeros/as de trabajo, jefes o jefas. 

Las mujeres queremos que haya jefas mujeres para no sentir que nos discriminan pero cuando te toca una jefa mujer la realidad es que muchas veces no te la bancás. 

Tuve la oportunidad de charlar, hace no mucho tiempo, con Laura Di Marco, periodista gráfica que en 2009 publicó un libro llamado “Las jefas”, dónde cuenta cómo son algunas de las mujeres que en nuestro país han llegado a cargos muy importantes. 

En primer lugar son mujeres que no creen que ser mujer sea una adversidad. 

Dentro de las cosas que les resultan más difíciles mencionan en primer lugar cómo compatibilizar un trabajo importante y demandante, que implica comidas de negocios y viajes, con la vida familiar, el cónyuge y los hijos. 

En segundo lugar “el que dirán”. Y en tercer lugar “el ser querida”, a la mujer en general le gusta agradar y ser querida, y cuando uno es jefa eso a veces no se puede y puede traducirse en una tremenda soledad. 

Por otro lado lo más positivo que tiene una mujer jefa es lo intuitivo, lo creativo, el poder ponerse en el lugar del otro, es decir lo inherente a lo femenino. Y, sin embargo, esto no siempre se utiliza porque en ocasiones la mujer pretende ser jefa como hombre y no como mujer. 

La pregunta que nos seguimos haciendo, entonces, es porque hay aún hoy pocas mujeres en cargos ejecutivos (en Argentina 1 de cada 10). 

Creo que porque no basta con ser inteligentes y estar capacitadas, para ser jefas hay que poder y querer resignar mucho de lo personal y de lo familiar, del cuidado de los hijos y la maternidad. Y no todas queremos. 

Yo en esto soy un poco chapada a la antigua, creo que las mujeres tenemos un gran don que los hombres no tienen que es el poder dar vida. Y estoy segura que vale la pena postergar un tiempo nuestra carrera profesional si es necesario para tener hijos y dedicarles el tiempo que se merecen y disfrutar de ese proceso y del tiempo que implica formar una familia. 

Sin embargo pienso que postergar no es resignar para siempre la profesión porque eso puede generar frustración futura. 

Fundamentalmente creo que tenemos que dejar de querer hacer todo como hombres y dedicarnos a ser mujeres en todo lo que emprendamos, con todo lo bueno y lo no tan bueno que eso implica. 


Mariana Marotta
LOS JEFES 


¡Qué tema “El jefe”! ¿A quién le gusta que lo manden? A nadie, justamente por eso es un tema para hablar un rato largo. Nunca fui jefa, pero sí tuve muchos jefes y todos con características muy diferentes. 

A medida que uno va cambiando de trabajo, y por lo tanto también cambian los jefes, las experiencias se van sumando no solo en lo laboral sino también en lo humano. Yo soy partidaria de que todo suma y todo sirve para algo, hasta lo más malo que te pueda pasar en la vida. 

A un jefe “buena onda” seguramente lo recuerdes con mucha más estima que aquel que sentís que te hizo la vida imposible en la estadía de ese trabajo, pero te puedo asegurar que de ambos debes haber aprendido mucho. 

Pero vayamos a lo concreto, los jefes que solemos encontrar con mayor frecuencia son los siguientes: 

  • El jefe joven: suele ser buena onda. Es aquel que para estar donde está pasó antes por tu lugar, por eso tiene una actitud empática, sabe como tratar a sus empleados y a pesar de a que veces le cueste “exigir” termina obteniendo lo mejor de sus empleados con buenos términos.
  • El jefe tradicional: es el típico jefe, es copado pero impone respeto. Es medido y flexible cuando le planteás problemas personales pero exige a la hora de trabajar. Con él hay que ser ordenado, responsable y leal. De acuerdo a cómo te desempeñes en tu puesto es como te va a tratar.
  • El jefe egocéntrico: a mi criterio este es el peor que te puede tocar. No escucha, observa, pero solo “agarra” lo que a él lo enaltece. Te va a exigir mucho, pero reconocer poco, es más, seguramente siempre esté buscando el error. En su lema de trabajo no se encuentra el apoyo, el premio ni el estímulo para seguir creciendo. ¡Ojo con destacarte y superarlo en determinadas actividades! Esto te lo puede poner en contra. 

A pesar de las virtudes y defectos, de ellos siempre se aprende, por lo menos para saber lo que uno quiere y no quiere para el trato con sus colegas. 

¿Cómo me imagino yo de jefa? Creo que con un poquito de cada uno, lo mejor que uno puede tener es un equilibrio en la vida. Hay que saber ponerse en el lugar del otro, enseñar, saber perdonar, exigir, imponerse, reconocer los logros y dirigir a todos hacia el mismo lado. El mejor jefe es el que te convence a ponerte la camiseta de la empresa, que logra que la lleves con orgullo y que vayas a trabajar con ganas. 

Por eso es fundamental empezar de a poco, para que cuando llegues a la cima puedas tomar el mando conociendo la función de cada pieza, sus dificultades y sus beneficios para así poder conducir con inteligencia y corazón esa gran estructura. 

No se si algún día llegaré a ser jefa porque mis sueños me llevan para otro lado pero lo que sí se es que cuando pertenezco a un grupo de trabajo, mi desempeño siempre lo hago con mucho compañerismo, comprensión y responsabilidad. Los valores humanos ante todo, lo demás, viene de la mano. 


Guadalupe Kochdilian

jueves, 2 de diciembre de 2010

El aburrimiento


Probablemente,  muchas veces habremos sentido aburrimiento. No hablo del aburrimiento patológico casi depresivo que hasta hace mal fisicamente sino del aburrimiento “postmoderno”, en el que uno tiene al alcance de la mano prácticamente todo y sin embargo nada es suficiente.

Personalmente pienso que en lo cotidiano hay más mujeres aburridas que hombres, y eso pasa porque en general, obviamente no en todos los niveles sociales, las mujeres se tienen que ocupar más de tareas que no eligen como casa e hijos y se pueden dar el lujo de cambiar de trabajo o de profesión si no son el sostén de la familia e inclusive de no trabajar, esto las hace dudar, estar un tiempo sin una ocupación y funcionar de satélite familiar.

El hombre en cambio termina la universidad o decide su profesión y pone el piloto automático y le da para adelante, primero porque prefiere 100 veces trabajar que ocuparse del hogar y segundo porque siente que no le queda otra, él es el que tiene que parar la olla.

Cuando la mujer está aburrida es peligrosa porque puede tomar 2 caminos:
- o se busca algo para divertirse y lo más divertido que se me ocurre es un señor que la entretenga.
- o le “rompe los kinotos” a todos los que tiene cerca.

Tal como pasa con los chicos: precisamente el aburrimiento es lo que los induce a cometer travesuras (lo que coloquialmente se llama "portarse mal").

Los hombres aburridos se ven más el fin de semana o en las vacaciones, son esos hombres ansiosos que están alienados en su trabajo y que se encuentran de pronto sin nada que hacer y compartiendo 24 con su familia sin poder disfrutar de nada.

Para entender esto alcanza con caminar un domingo a la tarde por cualquier shopping y mirarle la cara a los tipos que con la mirada perdida pasean junto a sus esposas, como acompañándolas quién sabe a dónde.

Muchas veces lo que nos aburre es justamente nuestra pareja.
¿Pero que es lo que más les aburren a los hombres de las mujeres y a nosotras de ellos?

Los hombres aseguran que lo que más les aburre son las mujeres charlatanas “que hablan todo el tiempo sin preguntar”, o “que lo hacen siempre en primera persona”, o “que cuentan cosas todo el tiempo”.

En segundo lugar a los tipos les aburren mucho las vueltas, y se refieren a los preparativos antes de una salida (que si vamos acá o allá, que si salimos con los martinez o los gómez, que si me pongo el vestido rojo o el negro), y en tercer lugar el enrosque femenino, las roscas que se arman cada vez que se nos mete algo en la cabeza y siguen con eso día tras día, ejemplo: quiero alfombrar la casa entonces los siguientes 15 días hablamos de colores de alfombras, de precios de alfombras, de tiendas que venden alfombras y de las alfombras de las casas de nuestras amigas.

A las mujeres en cambio nos aburre de ellos las no conversasciones y las conversaciones de futbol, nos aburre compartir con ellos las películas de acción + ciencia ficción del tipo "triple x" y mucho mas si es la “saga” y si el tipo es un fanático que se conoce todos los personajes y diálogos de la película, pero lo que más nos aburre son los planteos económicos del tipo “ayer te dejé 100 pesos, ¿que hiciste? ¿Ya los gastaste?, puede ser que cuanto más gano más gastamos, voy a tener que salir a robar” y mucho más cuando eso ¡¡¡es diario!!!

Lo que más nos aburre a ambos es el sexo rutinario pero afortunadamente eso tiene solución, igual lo dejamos para la próxima.


Mariana Marotta
¿ABURRIDOS? ¡¡¡NO!!!

Me propusieron hablar del aburrimiento y de golpe no encontré, con mis propias palabras, la forma de definir este término. Por supuesto que sé lo que es, y lo he experimentado en infinitas ocasiones, pero literalmente ¿qué es?

Según la Real Academia Española, el aburrimiento es: cansancio, fastidio, tedio, originados generalmente por disgustos o molestias, o por no contar con algo que distraiga y divierta.


Sí, ahora sí. Es tal cual la sensación que se me vino cuando repetí la palabra. ¿Quién no se aburrió alguna vez en la vida? Es imposible que no hayas pasado por esa experiencia, pero estoy tratando de recordar la última vez que me pasó y no lo puedo hacer con claridad.

También me pongo a pensar que la vida actual que llevamos TODOS (conciente o inconcientemente), sumado a los “terribles” avances de la tecnología, hace que vivamos constantemente una sensación dual. Por un lado existe todo lo que te puedas imaginar para que una persona no esté aburrida nunca, en ningún momento. Desde la computadora, las consolas de video juegos hasta los teléfonos celulares entre otras cosas. Pero al mismo tiempo, los avances y sus actualizaciones se hacen cada vez en un lapso de tiempo más corto, por lo tanto, cuando logramos obtenerlos lo disfrutamos con mucha euforia, por sólo unos meses, porque al rato sale algo nuevo (y por supuesto mejor) que hace que lo que tanto nos costó conseguir, ahora nos aburra y pasemos a querer lo nuevo.

Nunca vamos a poder evitar este sentimiento, lo sentimos desde que nacemos hasta que morimos. Cuando somos bebés tal vez lo transmitimos llorando, de niños a través del capricho, de adolescente por medio de la queja y cuando nos llega la madurez creo que somos capaces de reconocerlo, aceptarlo y provocarle un cambio.

Apuesto a que podemos combatir cualquier tipo de incomodidad que se nos presente. Como la tecnología está a flor de piel y en su máximo esplendor, también hay que reconocer que a veces podemos decir que no, que existen muchas cosas para estar bien, contentos y divertidos.

La vida al aire libre, los amigos, el amor, la familia, las pasiones y la creatividad son buenas opciones para que nuestra vida transite el camino de lo entretenido, divertido y por qué no productivo.

Es lo que hoy elijo y me llena, te lo recomiendo.


Guadalupe Kochdilian

SIN ABURRIMIENTO, NO HAY CAMBIOS


Hace exactamente ocho días que NO tengo internet en casa…

Sí, una semana entera afuera del “mundo”.

La tele casi ni la cuento, aunque debo reconocer que extraño al Discovery, el Gourmet y algunos canales de deportes.

No habría mejor excusa entonces para hablar del aburrimiento.

Es que por momentos las horas me aplastaban. Estaba como un animal enjaulado. Caminaba de punta a punta el dos ambientes haciendo surcos en el ya corroído parquet. Por momentos sentía que desaprovechaba mi vida.

Pero, ¿por qué me pasó esto?


He aquí algunas experiencias y conclusiones.
 
·        La primera y principal: ya no puedo vivir sin navegar, pero por otro lado ahora sé que no puedo estar tanto tiempo mano a mano con Google.

·        Segunda: tuve una buena sensación (más allá de estar obligado por las circunstancias): volver a los libros. La recomiendo.

·        Tercera: la conexión “hombre al pedo – animal” fue fantástica, salvo para mi perro que lo volví loco.

·        Cuarta: una reevaluación de mi vida en materia profesional, que me sirvió para darme cuenta por ejemplo en qué me quiero especializar, algo que nunca me había planteado antes.


En definitiva, lo tomo (porque siendo las 6 de la tarde de hoy jueves todavía sigo sin el servicio) como una práctica de adaptación.

Me imagino que algunos pensarán: pero mirá la pavada que le tuvo que pasar a este pibe para que replantee su vida. Es cierto, pero creo que esas pequeñas cosas, son las que logran grandes cambios.

Ahora estoy convencido que es muy bueno tener momentos de “no saber qué hacer”. Hace que la imaginación y la motivación tomen el vuelo que deben tener, aletargado por la rutina diaria del sistema impuesto.

Creo que es hora de levantar la mirada y decidir hacia dónde quiero ir.

Entonces proclamo: gente aburrida, usemos esa energía para modificar el mundo. Pero si esto nos queda enorme, y sentimos que debemos hacer algo, empecemos por cambiar el nuestro.


Hernán Hualpa