La Fanciulla en El Exprimidor con Ari Paluch

jueves, 10 de marzo de 2011

Críticas (des)constructivas


Cuántas veces habré pensado: ¡mirá lo que hace este pelo@%&$#do! Y seguido: “Yo” lo hago mejor.

Imposible de saber con precisión, porque lo hago constantemente.

Es entonces cuando me zambullo hacia las profundidades del mar de pensamientos y sigo adelante con el planteo, preguntándome: ¿qué resorte estaré tocando para accionar ese mecanismo?

Para comenzar a dibujar una respuesta creo que tengo que empezar por mi “ego”… ¿Cómo? Es ahí cuando abro el navegador y me meto en la Wikipedia (¡¡¡GRANDE WIKIII!!!). La pantalla, bondadosa, me devuelve las siguientes definiciones:

“En psicología, -Yo o ego (del latín)-, se define como la unidad dinámica que constituye el individuo consciente de su -propia identidad y de su relación con el medio-”. ¡Aaahhh! Lo que entiendo de esta ensalada de palabras es que yo soy parte de un TODO (mi familia, amigos, conocidos, colegas, mascotas, el sol, el aire, el TEG, etc…), y así como no me puedo desprender de un brazo o una pierna (sin desangrarme), tampoco puedo hacerlo de mi entorno. ¡Claro! Soy un “ser social”. Todos lo somos.

Ok. Sigamos adelante.

Continúa definiendo la Wiki: “según Carl Gustav Jung (un flaco que andaba bien en esto del psicoanálisis), desde la psicología analítica el –Yo- es el portador de nuestra conciencia consciente de existir, así como el sentimiento permanente de identidad personal”. 

Hasta ahí todo lindo, zanatero, pero lindo. Acá viene la parte jugosa:

“El -Yo o ego- es el organizador consciente de nuestros pensamientos e intuiciones, de nuestros sentimientos y sensaciones. Además de ser el portador de la personalidad, -el Yo percibe significados y evalúa valores-”.

Me quedo con esto. Recibimos él o los estímulos e inmediatamente lo procesamos con nuestro microchip (¡cómo me gusta esa palabra!). O sea que teniendo en cuenta nuestro entorno pasado y presente (¿recuerdan lo del TODO?), se podría decir que lo “filtramos” para sacar una conclusión que en la mayoría de los casos (al menos así me pasa a mí), con la rapidez del Correcaminos, creemos concluyente. Cerramos el tema. Caso juzgado.

Es ahora cuando ustedes se estarán preguntando, ¿qué ca@%&$#jo tiene que ver todo esto con las críticas?

Aquí viene lo más lindo. Vamos a los ejemplos cotidianos:

  • ¡Mirá como maneja esa bo@%&$#da! – y desde nuestro vehículo gritamos - ¡ANDÁALAVARLOSPLATOS CON@%&$#DA! (no es error de escritura, es que sale con tanta furia que se escucha todo junto) 
  • Naaa, ¿cómo te podés poner eso? ¿No se dará cuenta que le queda como el c@%&$#lo? 
  • ¿Y a esto le dicen “caja rápida”? ¡Si se está rascando la ar@%&$#lla! Ayyy, si yo fuera el gerenteee… 
  • Date cuenta. Le habla a todas. No puede ser verdad que tenga taaanta buena onda. Es un mujeriego. No te conviene. ¿Salimos hoy? 
  • Malísimo este programa. Te juro que si lo conduzco yo, sería mucho más divertido. 
  • ¡SOS UN DESASTRE! ¡SI LO ÚNICO QUE TENÉS QUE HACER ES CORRER! ¡DEVOLVÉ LA PLATA LADRÓN! ¡MUERTO, MUERTOOOOO! Este hijo de p@%&$#ta no siente la camiseta como yo. 
  • Y claro, si este país es una m@%&$#da. ¿Qué pretendés, que te atiendan bien? Cómo me gustaría ser presidente para cambiarlo todo. 
  • Se vienen las elecciones ¿no? Están pavimentando las calles. Si yo fuera Gobernador haría las cosas bien. 
  • ¿Que cómo consiguió el puesto? ¿Me estás cargando? Está clarísimo. Se arrodilló. No hay otra. 


Podría seguir toda la tarde enumerando ejemplos, pero el círculo tiene que cerrar y es aquí cuando vuelvo al concepto inicial. En todos los casos predomina este pensamiento de fondo: yo lo hago (o haría) mejor.

Vivimos, respiramos, nadamos, sufrimos, sentimos críticas (des)constructivas todo el día, todos los días. Casi inercialmente. Nos seducen. Se disfrazan. Nos dominan… Nos contaminan.

Y lo más nocivo es que en la mayoría de los casos no proponemos algo mejor o superador. Nos deleitamos jugando al tiro al blanco. Morbo a full. Nos gusta probar límites, ver y disfrutar de reacciones. Y en los peores casos la bola se hace irreversible. Es ahí cuando se muestra de lleno la intolerancia y lo que es peor: la violencia.

Es por todo esto que pienso: ¿y si invierto la relación? Digo, en vez de pensar que el mundo empieza y termina conmigo, por ahí, de a poco, ver que todos somos partes iguales que conforman el TODO. Lo que quiero decir es: tratar de ponerme un poco (con sinceridad) en el lugar del otro. Probar un rato otro “filtro de visión”. Cambiar el ángulo de pensamiento.

Si, ya sé: es muy complicado esto de no ser tan egocéntrico. De relajarse un poco más. De no buscar siempre la conveniencia individual. Y por sobre todas las cosas esto de “no caretearla”.

En fin, será cuestión de empezar a practicarlo…


Hernán Hualpa

0 comentarios:

Publicar un comentario

y vos que pensás???