La Fanciulla en El Exprimidor con Ari Paluch

miércoles, 23 de marzo de 2011

Preliminares de una mudanza

Dicen que las mudanzas son uno de los hechos que más stress nos generan. Los preliminares de las mismas tal vez sean aún peores. 

Es el momento dónde empezamos a seleccionar que cosas hay que tirar, que cosas hay que regalar y que cosas vamos a llevarnos. 

Ese es el momento que estoy viviendo. 

Cuando te subís al altillo, garage, desván o cuartito en desuso y empezás a toparte con recuerdos de cuando los chicos eran bebés, de cuando empezaron el jardín, cuadernos de la primaria de ellos y tuyos, fotos y más fotos, ropita, juguetes, valijas, frazadas, traje de novia, vestidos de comunión, etc, etc. 

¿Cuántas cosas somos capaces de acumular las personas grandes durante unos 10 o 12 años? 

La cantidad de cosas acumuladas es directamente proporcional al espacio que tenés para guardarlas. Así es que si tenés bastante espacio guardas todo y no porque quieras guardarlo sino porque te da fiaca pensar si te sirve o no, si lo vas a usar, si decidís darlo a quién y cuándo se lo va a llevar, porque no lo quiero tener por delante toda la semana hasta que me decida a llevarlo a algún lado. Es decir lo más rápido es guardarlo en algún lugar donde no lo veas y no te moleste. 

Claro, después de 12 años de hacer eso de guardar para no pensar, ordenar para una mudanza es una tarea al menos complicada. 

Hay un momento donde te encontrás sentada en el piso rodeado de bolsas, valijas y cajas sin lugar para pararte ni dar un paso en esa habitación y creés que nunca vas a poder despejar el área. Pensás ¿para qué me metí en esto? 

¡En esto de ordenar y en esto de mudarme! 

Y si encima te demorás leyendo cartitas, mirando fotos viejas y probándote ropa que no te acordabas que tenías podés estar un día entero con una caja de las 100 que tenés en el maldito altillo. 

En mi casa, además de todo lo que acabo de mencionar, hay muchas cajitas de cerámica o latitas que detesto ordenar (y que, aunque las vacíe todas las semanas, se llenan como por arte de magia) con cosas que la gente va metiendo cotidianamente como ser: monedas de todos los tamaños y países, sacapuntas, lápices, ganchitos de todo tipo, clips y gomitas para el pelo, candados y llaves que no coinciden, llaveros, y muchos headphones rotos que, por supuesto no encajan con ninguno de los aparatos existentes. 

Sin embargo al de terminar de ordenar, aunque sea parcialmente, la sensación de placer y bienestar es incomparable, y además lo encuentro sumamente terapéutico porque mientras estás metida en esa tarea no pensás en todos los demás problemas que tenés y encima haces catarsis: te reís y llorás a medida que vas encontrando cosas. 

Dominique Loreau autora del libro “El arte de simplificar la vida” dice que cuánto menos tenemos, más libertad y plenitud sentimos’ y que son demasiadas las cosas que nos invaden y nos alejan de lo esencial. Algo de eso hay. 


Mariana Marotta

1 comentario:

  1. Me hiciste acordar a mi mudanza, qué horror!! es verdad, uno se queda enganchado con las cosas guardadas cuando las vuelve a ver, y lo que es peor...uno se ve grande, recordando algo que nos parece viejísimo...y ahi caemos en donde estamos!!. Y encima yo solia coleccionar revistas, diarios...me quería matar viendo(me) llevar todo eso!!. Muy bueno el texto!! beso. mi blog es www.gabrielpatane.blogspot.com

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